Está muy claro que la Batalla de Tucumán abrió la posibilidad de continuar la lucha por la Independencia Nacional, sin ella es muy probable que toda la lucha revolucionaria producida hasta ese momento hubiese sido estéril.
Durante mucho tiempo, los recuerdos referidos a este hecho fundacional se limitaron a recuerdo de efemérides o actos solemnes, sin otorgarle la trascendencia histórico-política que le corresponde.
La Batalla de Tucumán fue un enfrentamiento armado librado el 24 y 25 de septiembre de 1812 en las inmediaciones de la ciudad Argentina de San Miguel de Tucumán, en el curso de la Guerra de Independencia de la Argentina. El Ejército del Norte, al mando del General Manuel Belgrano a quien secundara el coronel Eustoquio Díaz Vélez en su carácter de mayor general, derrotó a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, que lo doblaban en número, deteniendo el avance realista sobre el noroeste argentino. Junto con la batalla de Salta, que tuvo lugar el 20 de febrero de 1813, el triunfo de Tucumán permitió a los rioplatenses confirmar los límites de la región bajo su control.
Belgrano había dispuesto la caballería en dos alas: la derecha, al mando de Balcarce, era más numerosa —contaba con la tropa gaucha recién reclutada— que la izquierda, al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez.
La infantería estaba dividida en tres columnas, comandadas por el coronel José Superí la izquierda, el capitán Ignacio Warnes la central y el capitán Carlos Forest la derecha, junto a la cual una sección de Dragones apoyaba la caballería. Una cuarta columna de reserva estaba al mando del teniente coronel Manuel Dorrego; el barón Eduardo Kaunitz de Holmberg comandaba la artillería, ubicada entre las columnas de a pie —demasiado dividida entre las mismas para ser efectiva— siendo su ayudante de campo José María Paz.
La Batalla de Tucumán fue la victoria más importante obtenida por los ejércitos patriotas en la Guerra de la Independencia Argentina.
"Aunque el triunfo de Tucumán ... fue el resultado de un cúmulo de circunstancias imprevistas", le correspondió a Belgrano "la gloria de haber ganado una batalla contra toda probabilidad y contra la voluntad del gobierno mismo" y a Díaz Vélez, con su prevenido accionar, decidir "la victoria de las armas patriotas ese día".
El material abandonado por los españoles y recuperado por Eustoquio Díaz Vélez y Manuel Dorrego —13 cañones, 358 fusiles, 39 carretas, 70 cajas de municiones y 87 tiendas de campaña— serviría al Ejército del Norte durante toda su campaña. 450 realistas perdieron su vida en el combate y otros 690, entre oficiales y soldados, fueron capturados en condición de prisioneros, entre estos los coroneles Pedro Barreda, Mariano Peralta, Antonio Suárez y José Antonio Álvarez Sotomayor. Por su parte, los defensores solo tuvieron 80 muertos y 200 heridos. Quedaron destruidos los regimientos y cuerpos militares de Cotabamba, Paruro, Abancay y parte del Real de Lima.
Belgrano y la Batalla de Tucumán
La
batalla de Tucumán tiene un significado especial en la causa de la
Revolución, dado que frenó la avanzada realista, y es el primer acto del
triunfo argentino del norte, del cual el segundo es la batalla de
Salta. Más allá de la trascendencia que tuvo la batalla librada en
Tucumán el 24 de septiembre de 1812, desde el punto de vista político,
también es significativa desde el aspecto militar.
Nos referiremos a la batalla de
Tucumán. Resulta de sumo interés, el testimonio que aporta el general
José María Paz en sus Memorias, acerca de la retirada de Belgrano del
norte, después de hacerse cargo de los restos del ejército patrio
derrotado en el Desaguadero. Belgrano se retiraba desde Jujuy, en
dirección a Tucumán, hacia fines de agosto de 1812. El ejército contaba
con sólo 1.500 hombres, casi desorganizado y desprovisto de todo. Por
detrás venía en su persecución, el general Tristán, destacado por
Goyeneche con un ejército español de más de 3000 hombres.
A pesar que las avanzadas del ejército realista venían picando peligrosamente la retaguardia del ejército patriota, Belgrano se mantuvo sereno y valiente. Con su actitud logró que sus soldados no cayeran en el pánico. En esas circunstancias adversas, era cuando Belgrano mostraba su verdadera estatura moral. Según Paz: “jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada adversión a los que opinaban tristemente sobre ella”. 2 El valor de Belgrano se reflejaba en su actitud: “era siempre en el sentido de avanzar sobre el enemigo, de perseguirlo; o si era éste el que avanzaba, de hacer alto y rechazarlo”. 3 El triunfo premió a los tropas patriotas en la acción de Las Piedras, el de septiembre de 1812, contra las avanzadas realistas del coronel Huici.
Es importante señalar
que Belgrano desobedeció la orden del Triunvirato que le ordenaba
trasplantar a Córdoba la fábrica de fusiles que funcionaba en Tucumán, y
desmantelar, desguarnecer y abandonar enteramente Tucumán, para
establecerse en Córdoba, frente a la avanzada realista. La desobediencia
de Belgrano selló la suerte de nuestras provincias del Norte, dado que
obedecer las órdenes del Triunvirato, que sólo atinaba a salvar la
Capital y su gobierno, hubieran significado la pérdida del norte
argentino. Belgrano se debió enfrentar a los enemigos realistas y a las
órdenes del gobierno, que actuaba de una manera egoísta. Con su actitud,
Belgrano salvó la causa de la Revolución. Y éste es el enorme mérito de
esta batalla.
Belgrano simuló tomar un camino que se dirigía a Santiago del Estero, sin tocar en Tucumán. Así, el prócer se propuso engañar a Tristán que creyó que Belgrano abandonaba Tucumán, con lo cual, descuidó las más elementales precauciones de orden militar, dando lugar a la captura en Trancas, de Huici. Belgrano se detuvo con sus tropas en La Encrucijada, lugar cercano a la ciudad de Tucumán, y despachó para Tucumán a Juan Ramón Balcarce, “dándole las más amplias facultades para promover la reunión de gente y armas y estimular al vecindario a la defensa”. 4 El vecindario tucumano respondió con entusiasmo al pedido de Balcarce, y el Cabildo envió una diputación a Belgrano, para persuadirlo a quedarse en Tucumán, y con todo el apoyo de este pueblo, organizar la defensa y presentar combate al invasor. Belgrano consiguió que se le otorgara dinero y gente en cantidad apreciable, por lo cual se dirigió a la ciudad de Tucumán, decidido a enfrentarse con el enemigo. Belgrano contó con doce días para organizar sus tropas. Su plan consistía, como dice Mitre en “esperar al enemigo fuera de la ciudad, apoyando su espalda en ella”, y después, “en caso de contraste, encerrarse en la plaza”. Para lo cual, cuenta Paz que en ella “se fosearon las bocacalles y se colocó la artillería” que no iba a llevarse a la acción. 5.
Los vecinos
principales se ocuparon en alistar gente de la campaña para engrosar el
ejército, también reunieron caballadas y proporcionaron reses para el
mantenimiento de los defensores.
Llegaron contingentes reducidos de Catamarca y Santiago. Así se formaron los cuerpos de caballería de las provincias del Norte, llamados Decididos. Muchos de estos soldados tuvieron que improvisar hasta sus lanzas con cuchillos enastados en palos y tacuaras. El ejército invasor tuvo que soportar el vacío y el silencio que hallaron a lo largo del camino. Eran hostilizados por las partidas criollas y el 23 de septiembre, el general Tristán, tuvo la máxima sorpresa, al avistar la ciudad de Tucumán y advertir la presencia de Belgrano y su ejército en ella. El 24 de septiembre se encontraron el ejército realista y el patriota en la batalla de Tucumán, y a pesar de que el ejército realista contaba con 4000 hombres y el patriota con sólo 2000, la suerte sería favorable para los patriotas. Según palabras de Paz, “es el de Tucumán uno de los combates más difíciles de describirse, no obstante el corto número de los combatientes”. Continúa: “Que la izquierda y centro enemigos fueron arrollados; nuestra izquierda fue rechazada y perdió terreno en el desorden, en términos que el comandante Superí estaba prisionero por una partida enemiga, que luego tuvo que ceder a otra nuestra que la batió y lo represó. El enemigo, por consecuencia del diverso resultado del combate en sus dos alas, se vio fraccionado, a lo que se siguió una gran confusión”. 6 Desde el punto de vista estrictamente militar, la batalla se reduce a lo que refiere Paz. Porque lo que sigue, que acaba en victoria, se debió a distintos factores: religiosos, populares, psicológicos, naturales, etc. A mitad de la batalla, ocurrió algo sobrenatural que contribuyó a desbandar las tropas realistas y a llenarlos de pánico. Fue un vasto huracán que llegó furioso del sur. Según el relato de Marcelino de la Rosa, a quien se lo contaron protagonistas de esta batalla: “El ruido horrísono que hacía el viento en los bosques de la sierra y en los montes y árboles inmediatos, la densa nube de polvo y una manga de langostas, que arrastraba, cubriendo el cielo y oscureciendo el día, daban a la escena un aspecto terrífico”. 7
Otro factor muy
importante, además del viento y de las langostas, fue la acción de la
caballería gaucha, tucumana en su mayor parte, del ala derecha. Esta
llevó su carga sobre el enemigo, de un modo formidable. La caballería
enemiga de Tarija, al verlos llegar, se asustó y huyó. Ni la infantería
española pudo contenerlos : pasaron por encima y, cuando se dio cuenta,
los encontró a su retaguardia. La caballería gaucha al llegar a los
bagajes y las mulas enemigas, cargadas de oro y de plata, se dispersaron
y se dedicaron a despojar de todo esto a nuestros enemigos. A pesar de
las críticas de Paz, quizás esta actitud contribuyó a acobardar al
ejército enemigo y a hacerlo retirar, dándose por vencido.
Después del encuentro de los dos
ejércitos, reinó la confusión. La infantería patriota quedó dueña del
campo de batalla, pero, viéndose sola, se replegó sobre la ciudad., y
entró en ella para acantonarse y preparar su defensa. bajo el mando del
coronel Eustoquio Díaz Vélez, mientras Tristán con el resto de su
ejército llegó hasta la goteras de Tucumán, donde se estacionó como
sitiándola. Belgrano, acompañado del coronel Moldes y algunos soldados,
fue hasta el Rincón, sin saber los resultados de la acción. Paz va a ser
quien se encuentre con Belgrano y le informe que en la ciudad se
encontraba fuerte toda su infantería, con lo que Belgrano, conociendo el
triunfo de la caballería tucumana, supo de su triunfo.
Tristán tuvo una actitud indecisa. Pero en la tarde del 25, se convenció de que no tomaría la ciudad, y vio que era amenazado de afuera por columnas patriotas que en torno a Belgrano se irían engrosando, por lo que se dio por vencido y esa misma noche emprendió la retirada en dirección a Salta.
Según el historiador
Vicente Fidel López esta batalla fue “la más criolla de todas cuantas
batallas se han dado en el territorio argentino”. Y eso es para él, “lo
que la hace digna de ser estudiada con esmero por los oficiales
aplicados a penetrar en las combinaciones con que cada país puede y debe
contribuir de lo propio a la resolución de los problemas de la guerra”.
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Sobre su trascendencia, dijo
Mitre: “Lo que hace más gloriosa esta batalla fue no tanto el heroísmo
de las tropas y la resolución de su general, cuanto la inmensa
influencia que tuvo en los destinos de la revolución americana. En
Tucumán salvóse no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse
contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la
independencia americana. Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del
gobierno, se retira (o si no se gana la batalla), las provincias del
Norte se pierden para siempre, como se perdió el Alto Perú para la
República Argentina’’. 9
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ENLACES/FUENTES:
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Tucum%C3%A1n
http://mitucuman.blogspot.com.ar/2012/05/concurso-de-diseno-premio-bicentenario.html
http://www.manuelbelgrano.gov.ar/belgrano_militar_tucuman.htm
http://www.todo-argentina.net/biografias/belgrano/919tucuman.htm