sábado, 23 de junio de 2012

El viejo truco de la causa nacional

Si hubiera un libro de autoayuda para gobernantes en dificultades, seguramente incluiría un capítulo titulado Sanación mediante irrupción súbita de grandes causas . Dirían las instrucciones, en ocho pasos:

1) Escoja un asunto bien importante, una causa noble, preferentemente la recuperación de algo que esté en manos extranjeras. Nunca se sonroje por haber sostenido antes, usted o su partido, cosas distintas de las que sostiene ahora: la euforia general mitigará las incoherencias.

2) Asegúrese de que la mayoría de los opositores tenga sintonía afectiva con el tema en cuestión. No se preocupe si ellos disienten en los detalles: el mazo de cartas lo tiene usted.

3) No pierda tiempo en preparar el terreno internacional ni en otros detalles ornamentales.

4) Tome al pueblo por sorpresa (a lo sumo puede hacer un gambito previo) y haga el anuncio. Controle que ese día a los propios las palmas de las manos les queden más coloradas que nunca.

5) Acompañe la puesta con ampulosas estimulaciones al nacionalismo emocional que late bajo la epidermis colectiva. La palabra soberanía en dosis ilimitadas es muy recomendable. Agítese antes de usar.

6) Desprecie con arrogancia las molestias que su decisión pudiera causar al resto del mundo. El resto del mundo no le importa a nadie, concéntrese en su gente. Más aún, denuncie a las potencias extranjeras como insolentes y provocadoras, lo cual avivará más el fervor patriótico doméstico y corroborará lo justa que es su causa.

7) Dé a entender que ahora todo quedará solucionado. Jamás aclare qué significa todo. El paso del tiempo diluirá eventuales desbarajustes que pudieran producirse al calor de la trascendental cruzada. Sea lo más triunfalista que pueda, pero en ningún caso esboce precisiones hacia adelante. El futuro -salvo a grandes trazos- no es asunto de su incumbencia.

8) Cuando haya desparramado, por fin, la idea de que en el pueblo abunda un uniforme acuerdo con su decisión sanadora, demonice a los disidentes mediante el clásico recurso de llamarlos antipatria.

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Efectos instantáneos. Advertirá que los problemas que hasta la noche anterior le alteraban el sueño desaparecieron mágicamente. Recuperará vigor y popularidad.

Efectos secundarios. Puede producir aislamiento internacional, irritación extranjera, reformulación de amistades en el mundo y dificultades mayores a las preexistentes en el mercado de capitales.

Contraindicaciones. No aplicar en repúblicas con democracias consolidadas ni en países interesados en generar confianza y forjar imagen de previsibilidad.

Advertencia: esta fórmula se ha probado eficaz en el corto plazo. Su rendimiento en el mediano y largo plazo es muy discutida.

ENLACES/FUENTES:
http://www.lanacion.com.ar/1466668-el-viejo-truco-de-la-causa-nacional
http://www.lanacion.com.ar/1479550-blindarse-contra-las-preguntas
http://www.lanacion.com.ar/autor/pablo-mendelevich-538