Si hubiera un libro de autoayuda para gobernantes en dificultades, seguramente incluiría un capítulo titulado Sanación mediante irrupción súbita de grandes causas . Dirían las instrucciones, en ocho pasos:
1) Escoja un asunto bien importante, una causa noble,
preferentemente la recuperación de algo que esté en manos extranjeras.
Nunca se sonroje por haber sostenido antes, usted o su partido, cosas
distintas de las que sostiene ahora: la euforia general mitigará las
incoherencias.
2) Asegúrese de que la mayoría de los opositores tenga
sintonía afectiva con el tema en cuestión. No se preocupe si ellos
disienten en los detalles: el mazo de cartas lo tiene usted.
3) No pierda tiempo en preparar el terreno internacional ni en otros detalles ornamentales.
4) Tome al pueblo por sorpresa (a lo sumo puede hacer
un gambito previo) y haga el anuncio. Controle que ese día a los propios
las palmas de las manos les queden más coloradas que nunca.
5) Acompañe la puesta con ampulosas estimulaciones al
nacionalismo emocional que late bajo la epidermis colectiva. La palabra
soberanía en dosis ilimitadas es muy recomendable. Agítese antes de
usar.
6) Desprecie con arrogancia las molestias que su
decisión pudiera causar al resto del mundo. El resto del mundo no le
importa a nadie, concéntrese en su gente. Más aún, denuncie a las
potencias extranjeras como insolentes y provocadoras, lo cual avivará
más el fervor patriótico doméstico y corroborará lo justa que es su
causa.
7) Dé a entender que ahora todo quedará solucionado.
Jamás aclare qué significa todo. El paso del tiempo diluirá eventuales
desbarajustes que pudieran producirse al calor de la trascendental
cruzada. Sea lo más triunfalista que pueda, pero en ningún caso esboce
precisiones hacia adelante. El futuro -salvo a grandes trazos- no es
asunto de su incumbencia.
8) Cuando haya desparramado, por fin, la idea de que en
el pueblo abunda un uniforme acuerdo con su decisión sanadora, demonice
a los disidentes mediante el clásico recurso de llamarlos antipatria.
Efectos instantáneos. Advertirá que los problemas que
hasta la noche anterior le alteraban el sueño desaparecieron
mágicamente. Recuperará vigor y popularidad.
Efectos secundarios. Puede producir aislamiento
internacional, irritación extranjera, reformulación de amistades en el
mundo y dificultades mayores a las preexistentes en el mercado de
capitales.
Contraindicaciones. No aplicar en repúblicas con
democracias consolidadas ni en países interesados en generar confianza y
forjar imagen de previsibilidad.
Advertencia: esta fórmula se ha probado eficaz en el corto plazo. Su rendimiento en el mediano y largo plazo es muy discutida.
ENLACES/FUENTES:
http://www.lanacion.com.ar/1466668-el-viejo-truco-de-la-causa-nacional
http://www.lanacion.com.ar/1479550-blindarse-contra-las-preguntas
http://www.lanacion.com.ar/autor/pablo-mendelevich-538