En Little Lips (1978), Paul (Pierre Clémenti) es un escritor que tras combatir en el frente (durante la primera guerra mundial) regresa a su país a convalecer de sus heridas en una tranquila posada en el norte de Italia. Trastornado por los horrores vividos durante el conflicto y padeciendo marcadas tendencias suicidas, el escritor parece encontrar un nuevo sentido a su existencia en la persona de Eva (Katya Berger) una adolescente de trece años de edad. La atracción entre ambos es mutua; sin embargo, Paul no puede evitar sentirse atrapado entre sus rígidos principios y el (casi) incontrolable (pero imposible de satisfacer) deseo que le provoca la atractiva presencia de la menor, debido a su incapacidad física (sus heridas de guerra le han dejado sexualmente impotente), una situación que se agudiza con la aparición del joven miembro de un circo trashumante (Michel Soavi) por quién Eva comienza a mostrarse atraida.
Único trabajo como realizador del fotógrafo Mimmo Cattarinich, este film es una buena muestra de un tipo de películas (gráfica e ideologicamente imposibles de rodar de acuerdo a los canones del cine actual) como solo se podían hacer durante los años 70. Con muchos puntos en común con cintas tales como las polémicas y muy famosas Pretty Baby de Louis Malle y Lolita de Stanley Kubrick , lo que podría llamar la atención acerca de este inquietante melodrama con tintes eróticos (el cual, curiosamente, pasó casi desapercibido) a aquellos potenciales espectadores de amplio criterio o centrados únicamente en los aspectos tecnicos y narrativos, es qué, a pesar de lo no demasiado sustancioso y si bastante predecible del guión.
Cattarinich retoma con cierto virtuosismo un tema (al parecer) muy socorrido en el cine europeo de ese entonces (las tormentosas relaciones amor/pasión/obsesión entre un hombre maduro y una precoz adolescente) logrando dotar al film de una aceptable elegancia formal, una correcta dirección de actores y, claro, buena cantidad de (preciosistas, hay que decirlo) aciertos visuales debidos (obvio) a la formación de Cattarinich como cinefotógrafo, mientras que, por el otro lado, aquellos otros que compartan aficiones o tendencias similares a las de cualquier Jean Succar Kurí, la "chaqueta" está garantizada, pues seguramente verán con beneplácito el lado transgresor del asunto, y el modo en que el director (como muchos de sus colegas en esos años) se pasa la "correción politica" por los huevos y no escatima cualquier pretexto para que Katya Berger (entonces, una actriz adolescente de trece años interpretando a una inocentemente cachonda adolescente de trece años) aparezca luciendo (la mayor de las veces, en muy sugerentes poses) sus núbiles encantos por completo durante buena parte del film.
Filmography
- 13/14 (2004) (as Katia Berger) .... Carole, la marraine
- La Lune dans le caniveau (1983) (as Katia Berger) .... Catherine
- Nana (1982) .... Nana
- Rosso sangue (1981) .... Katia Bennett
- Storie di ordinaria follia or Tales of Ordinary Madness (1981) .... Girl on beach
- An Almost Perfect Affair (1979) .... Maria & Freddie's Daughter
- Piccole labbra (1978) .... Eva
Correspondencia: entre John Berger y Katya Berger
de John Berger y Katya Berger
(Prefacio)
(...) Katya, mi hija, creció rodeada de libros de arte. Luego viajó y visitó museos, desde los que me mandaba postales. Nunca hemos hablado mucho de pintura -menos, desde luego, que de cine, de lugares, de animales, del lenguaje-. Cuando me envió la primera postal desde Venecia, le contesté esperando que ella también lo hiciera y lo hizo, y así empezó esta historia.
John Berger
P. S. Las cartas de Katya fueron escritas en francés, que es su primera lengua; la mías, en inglés. Mucho después, Katya tradujo mis cartas al francés, y yo las suyas al inglés. Para este libro hemos empleado mis traducciones al inglés.
PIAZZA SAN MARCO, VENECIA
John:
¿Qué me parece Tiziano? En una sola palabra en una postal: carne.
Un beso, Katya.
AMSTERDAM
Kut:
De acuerdo, carne. Lo primero que se me viene a la cabeza es la suya de viejo. ¿Por qué pienso inmediatamente en Tiziano viejo? ¿Por solidaridad, dada mi propia edad? No, no lo creo. Creo que tiene que ver con el siglo que vivimos y la amargura de las experiencias que nos ha deparado. Es un siglo que siempre ha buscado la rabia y la sabiduría más que la armonía. Los Rembrandt tardíos, los últimos Goya, las últimas sonatas y cuartetos de Beethoven, los Tiziano de los últimos años... ¡Imagínate el impulso de un siglo cuyo maestro fuera el joven Rafael!
Pienso en los autorretratos que pintó a los sesenta y setenta años. O en su forma de representarse a los ochenta y tantos caracterizado del penitente San Jerónimo: (Tal vez éste no es un autorretrato: es sólo una suposición mía, pero tengo la sensación de que debía de estar pensando intensamente en sí mismo mientras lo estaba pintando.)
¿Y qué veo? Veo a un hombre cuyo aspecto físico impone, un hombre con autoridad. No puede uno tomarse libertades con él. Con el decrépito Rembrandt de los últimos años habría sido fácil. Este otro, sin embargo, sabe cómo funciona el poder y ha ejercido el suyo. Ha convertido en una profesión -como las de general o embajador o banquero- el oficio de pintor.
Fue el primero que lo hizo. Y posee esa confianza que suele acompañar al profesional.
Y también tiene una confianza pictórica. En sus últimas obras fue el primer europeo que exhibió -en lugar de ocultarlos o disimularlos- los gestos de la mano al extender el pigmento en el lienzo. De este modo dio a la pintura una nueva confianza física: el movimiento de la mano y del brazo que pinta adquiere una expresividad propia. Otros artistas, como Rembrandt o Van Gogh o Willem de Kooning, seguirán su ejemplo. Al mismo tiempo, su originalidad y su audacia nunca fueron irreflexivas. Su actitud con todo lo que le rodeaba en Venecia no podía ser más realista.
Y sin embargo, sin embargo..., cuanto más observo su forma de pintarse, más veo en ella a un hombre asustado. No un cobarde, no es eso lo que quiero decir. No corre riesgos, pero tiene valor. No suele mostrar su miedo. Pero no puede remediar rozarlo con los pinceles. Se percibe sobre todo en sus manos. Son unas manos nerviosas como las de un prestamista. Pero su miedo, creo yo, no tenía nada que ver con el dinero.
¿Miedo a la muerte? La Peste hacía estragos en Venecia.
¿Miedo a ser juzgado? ¿Un miedo que le llevaba al arrepentimiento y la penitencia? Podría ser cualquiera de ellos, pero son todos demasiado generales para ayudamos a comprenderlo o a aproximamos a él. Llegó a ser muy viejo. El miedo le acompañó durante muchos años. Y un miedo que dura tanto se transforma en duda.
¿Qué fue lo que le hizo dudar? Sospecho que estaba íntimamente relacionado con Venecia, con la forma característica de riqueza, de comercio y de poder de la ciudad. Todas las cuales, como tú bien dices, tenían que ver con la carne.
Un beso, John
ENLACES/FUENTES:
http://arsomnibus.blogspot.com.ar/2007/07/correspondencia-entre-john-berger-y.html
http://commons.wikimedia.org/wiki/Titian
http://en.wikipedia.org/wiki/Katya_Berger
http://isthar-mitologia.blogspot.com.ar/2012/04/tiziano.html
http://juanjcabreracontreras.blogspot.com.ar/2011/05/calendario-y-aclaraciones-sobre-el.html
http://ladamadesnuda.blogspot.com.ar/search/label/Tiziano
http://mubi.com/users/128858/filmography?page=2