domingo, 19 de agosto de 2012

Hieronymus Bosch / El Bosco

Lo que quizás primero llama la atención de todo aquel que observa una obra de 'El Bosco' es su "surrealismo" -avant la lettre- sintetizado con el típico expresionismo teutónico.

En sus obras abunda el sarcasmo, lo grotesco y una imaginería onírica. Una de las explicaciones para esto es que 'El Bosco' aún se encuentra imbuido por la cosmovisión medieval repleta de la creencia en hechiceras, la alquimia, la magia, los bestiarios, los tesaurus, las hagiografías... Además, en el 1500 abundaron los rumores apocalípticos. Esto influye para que 'El Bosco' intente desde sus pinturas dar un mensaje moralista, si bien de un moralismo nada pacato sino, por el contrario, satírico; y si 'El Bosco', tiene mucho de medieval, por otra parte nos anticipa al humanismo de la Edad Moderna.

Ha influido en pintores casi contemporáneos suyos, tales como Pieter Brueghel el Viejo, y Pieter Huys. En el siglo XX es notorio su influjo en expresionistas como James Ensor, o surrealistas como Max Ernst y Dalí.

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HQ: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/bb/Hieronymus_Bosch_055.jpg

Tanto en las pinturas de asunto religioso como en las de tema profano introdujo todo un mundo de seres, ora normales, ora monstruosos, presentados en actitudes expresivas. La complejidad de los símbolos que utiliza dificulta a menudo la comprensión cabal de sus obras. Su universo de desbocada imaginación, poblado de figurillas fantásticas que parecen surgidas de una pesadilla infernal (La Tentaciones de san Antonio, Tríptico del Juicio Final) anuncia el espíritu de Bruegel; incluso los temas religiosos (La coronación de espinas, Ecce Homo) están deformados por un cruel frenesí de gesticulaciones. Sin embargo, el Bosco es un minucioso observador de la realidad, con gran talento de dibujante, y su irrealismo se emparenta en último término con el espíritu sarcástico de los «fabliaux», ridiculizador de los vicios (Extracción de la piedra de la locura, El carro de heno, El jardín de las delicias). En El vendedor ambulante, seguramente uno de sus últimos trabajos, parece que quiso representar el tema del libre albedrío, así como el de la soledad del hombre.

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CODA ARTE: El concierto del huevo
No podemos hablar de El Bosco sin hacer referencia a un mundo particular en el que lo fantástico todo lo domina.
Entre los elementos naturales que lo conforman, la música está tan presente como las tentaciones, los demonios, la avaricia o la carne.
A este respecto, en 1988 salieron a la luz y, por separado, dos trabajos que abordaban este tema. El trabajo de Planer ofrecía una relación exhaustiva de los instrumentos musicales pintados por el artista desde el punto de vista simbólico y basado en el uso histórico de los mismos. Entre ellos, hace hincapié en la gaita de la que ya hablaremos más adelante.
En el trabajo de Dobbins, El concierto del huevo merece toda su atención.

"Toutes les nuits que sans vous je me couche" (Todas las noches me acuesto sin ti)
Dejando a un lado la erótica anécdota (porque no hablamos de melancolía sino de amor carnal), los instrumentos musicales adoptados por El Bosco son representaciones simbólicas que Fernández de la Cuesta clasifica de la siguiente manera:

- Aquellos instrumentos que no son tocados por nadie y que denomina símbolos estáticos y
- Aquellos otros que son representados en movimiento, bien sea por el canto, la danza o la mera interpretación de los mismos. En cualquier caso, el simbolismo les viene dado por sí mismos o como elementos que él denomina, subsidiarios, al participar en una escena con intérpretes en acción.

Como dato curioso, en el universo del artista aparecen pintados los aerófonos veintinueve veces, dieciocho los cordófonos, dos veces los membranófonos y una vez los idiófonos. Partituras escritas quedan representadas en cuatro ocasiones y también cuatro veces aparecen personajes cantando y otras tantas bailando.
De los instrumentos que nadie toca podemos hablar del arpa, la chirimía, el tambor, la zanfoña, la bombarda, el laúd, el sacabuche y la gaita. E instrumentos con intérprete, Fdez. de la Cuesta, nos dice que la trompeta, el arpa, el salterio, la chirimía, la gaita, la zanfoña, el laúd, el cuerno, el triángulo y el tambor.

En el magnífico estudio del que recojo estos datos, titulado La música, elemento natural de lo fantástico en la pintura de El Bosco perteneciente al libro El Bosco y la tradición pictórica de lo fantástico y que los Magos de Oriente han tenido la bondad de regalarme, se apunta no sólo la presencia de dichos instrumentos sino la ausencia de otros bien conocidos en la época del pintor. Entre ellos, el órgano de tubos en cualquiera de sus modalidades. Parece ser que la razón de esta ausencia podría responder al carácter del propio instrumento. Su uso en la liturgia le hubiera “librado de la quema”, no así otros instrumentos interpretados por ministriles de diversa condición.
Los cordófonos (instrumentos de tecla) tampoco son muy frecuentes. Ni el clavicordio, ni el clavicytherium, aunque la zanfoña (instrumento de tecla que se toca con una sola mano mientras la otra impulsa una manivela) es representada en varias ocasiones. Es particularmente excitante la descripción de este último ¿no creen, amigos aretinos?, de ahí que también los cuernos (cornettos) y otros aerófonos acompañen las tareas paródicas de aquellos ministriles que los Santos Padres de la Iglesia consideraban, con acierto o no –según se mire-, representaciones de la lascivia y el pecado y bajo la sutil capa de la fe fueran carne de la crítica y de la burla.

MÁS: http://harmonias.wikispaces.com/CODA+ARTE+El+concierto+del+huevo


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El Carro de Heno (Madrid, Museo del Prado; obra discutida, según el análisis dendrocronológico se situaría entre 1510 y 1516; otra versión en El Escorial, circa 1516).

El Bosco en la obra pretende relatar cómo todas las clases sociales quieren conseguir su parte de heno del carro, es decir, su parte de placeres y riquezas. Se retrata cómo los más poderosos, como por ejemplo emperadores, reyes, y papas que encontramos en la izquierda del cuadro, no tienen problemas para alcanzar su «ración de placer», mientras que las clases menos pudientes de la sociedad no lo tienen tan sencillo, y tienen que pisotearse o matarse e incluso son atacados por demonios para poder alcanzar algunos de esos «placeres».

La escena puede estar basada en el proverbio flamenco que reza: «El mundo es un carro de heno, del cual cada uno toma lo que puede». Todo tipo de personas se agolpa junto al carro, y desde el Papa a los más plebeyos arrancan los puñados de paja. Es una aplastante sátira de un mundo que ha abandonado a Dios. La temática del cuadro se debe en gran parte a que El Bosco fue un pintor moralizante y crítico con la sociedad de su tiempo, y este cuadro es un fiel reflejo de su actitud al respecto. También en su más famoso tríptico, El jardín de las delicias, utilizó los mismos principios moralizantes que se vuelven a ver representados en este cuadro.

El carro de heno muestra el infierno de los vicios, denuncia el gusto por las riquezas terrestres tan efímeras, lo que anuncia las vanidades de los siglos siguientes


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Tríptico del Juicio de Viena, circa 1482 (Viena, Academia de Bellas Artes)

Postigo izquierdo: El Pecado original

A diferencia del postigo izquierdo del Jardín de las Delicias, en el que aparece Adán despierto, con Dios presentándole a Eva, aquí se le ve dormido, con la creación de Eva que se desprende de su costado y, en un segundo plano, la tentación, con Eva cogiendo el fruto que le tiende el demonio. Detrás se observa la expulsión del Paraíso con un ángel que lleva una espada. Predominan los tonos verdosos en el paisaje, formado por pocos árboles, matojos y algunas rocas. En lo alto, se ve a Dios creador


Tabla central: El Juicio Final

La fuente para esta representación del Juicio Final es el Apocalipsis de Juan. En la parte central, en lo alto, casi separado del resto de la composición, aparece Jesucristo juez, que está apoyado sobre un arcoíris mientras a los lados, sobre nubes, están la Virgen María y san Juan Bautista con un exiguo número de elegidos; en el resto de la composición se ha representado el mundo del pecado y las penas impuestas a los pecadores, cada uno de ellos torturado por diablos-grillos y figuras monstruosas, debido a sus propios vicios: abrasados, asados, ensartados, empalados, colgados de ganchos de carniceros, obligados a beber, insertados en extrañas máquinas, etc.
A diferencia de otras representaciones del Juicio Final, en que justos y pecadores están más igualados, aquí predomina el número de los condenados, que sufren diversos castigos, sin dejar casi espacio para los bienaventurados.

Postigo derecho: El Infierno

Se repiten aquí los incendios de estructuras, tan típicos de la obra del Bosco, pues pueden verse similares igniciones en el panel derecho de El carro del heno, así como en el lateral derecho de El jardín de las delicias. Son edificios incendiados en los que se ve que el fuego viene desde abajo, como inspirándose en las entonces modernas armas de pólvora o explosiones, con lo que los infiernos que pinta el Bosco acaban pareciendo lugares de confrontación militar.

Predominan en estas escenas infernales las referencias a la «cocina» y a los instrumentos hechos de metal: los avaros son cocinados en pinchos, los iracundos colgados de ganchos de carnicería, y cocinados en una parrilla; algunos están atravesados por cuchillos; al bebedor se hincha el vientre de vino que sale, sin parar, de una cuba; la mujer es picada por la serpiente y roída por un escorpión; los agitados ruedan el molino sin descanso; los lujuriosos sufren castigo enlazados de tres en tres.


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El Jardín de Las Delicias, 1480-1490 (Madrid, Museo del Prado).
UHQ: http://uploads6.wikipaintings.org/images/hieronymus-bosch/the-garden-of-earthly-delights-1515-7.jpg

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El jardín de las delicias es su obra más conocida.  De gran simbolismo (que todavía no ha sido completamente descifrado), como El carro de heno y el Juicio Final, el Jardín de las delicias se sustrae a cualquier clasificación iconográfica tradicional. Se considera, no obstante, que la obra obedece a una intención moralizante que habría sido comprensible para la gente de la época.
Considerada como una de las obras más fascinantes, misteriosas y atrayentes de la historia del arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición permanente del Museo del Prado de Madrid.

Panel izquierdo: El jardín del Edén

  • El pecado femenino se personifica en los bichos que se arrastran por la tierra (insectos y reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los Cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla.
  • El pecado masculino se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves, murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y opuesto a la tierra, por lo tanto, masculino.
  • El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para El Bosco, la guarida de los espíritus malignos. Por ejemplo, en la fuente de la vida vemos una estructura entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un explícito símbolo de la malicia, que también aparece en El carro de heno. Cabe la posibilidad de que este elemento arquitectónico, similar a una flecha de una catedral, en el centro del cuadro, sea un símbolo fálico preconizador de los placeres de la carne de la tabla central. A su derecha, una roca cuya forma es el rostro oculto del Diablo, del que surge la serpiente que se enrosca al Árbol de la fruta prohibida. Los extraños contornos de esos montes rocosos del fondo indican una posible perturbación de la pacífica convivencia.

Panel central: El jardín de las delicias

Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este espacio opresivo y angustioso en el que la locura se ha apoderado del mundo. Aparecen tanto hombres como mujeres, blancos y negros, desnudos. Se muestran todo tipo de relaciones sexuales y escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero también homosexuales y onanistas. Además, aparecen también relaciones eróticas o sexuales entre animales, e incluso entre plantas.

Panel derecho: El infierno

También es conocido como El infierno musical, por las múltiples representaciones de instrumentos musicales que aparecen. Se ignora por qué El Bosco asocia la música con el pecado. Ha pintado los tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos. Es una tabla muy sombría en relación con el colorido de las otras dos: tonos lívidos del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego.

MÁS: http://www.apocatastasis.com/bosco/jardin-delicias-creacion-infierno-bosco.php


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Tríptico de las Tentaciones de san Antonio, 1501 o más tarde, (Lisboa, Museu Nacional de Arte Antiga)

En el panel de la izquierda está el Vuelo y caída de san Antonio: en lo alto del cielo, el santo con las manos juntas, es llevado por una nube de demonios. Más abajo una gruta, probablemente un burdel más que el antro del santo, bajo una colina formada por un árbol con forma de hombre sobre sus manos y rodillas. Su parte posterior forma la entrada hacia la que se dirige una procesión sacrílega guiada por un demonio que lleva vestimentas sagradas y un ciervo, normalmente figura cristológica pero usado aquí en sentido sacrílego. En primer plano, el santo, exhausto, es sostenido por dos monjes antes de la caída y atraviesan un puente sobre un lago helado; otra de las posibles lecturas es que el demonio lo ha dejado caer y estos monjes caritativos lo ayudan. Debajo del santo se ven tres figuras, una de las cuales está vestida de monje y lee una carta. Sobre el lago un demonio pájaro con patines que lleva en el pico un rollo de pergamino con la escritura «graso».

El panel central, sin embargo, ejemplifica la atracción del Bosco por la habilidad santa de rechazar la tentación. Contiene escenas con todas las posibilidades de perversión ofrecidas al ermitaño.
El diablo como un puerco tonsurado y con casulla que celebra la misa negra sigue las precisiones del Malleus Maleficarum, tratado de brujería.
En primer plano extrañas embarcaciones navegan en una laguna, pudiéndose interpretar el grupo que está en el agua, a la derecha, como una parodia diabólica de la Huida a Egipto y de la Adoración de los Magos.

En el panel de la derecha está la Meditación de san Antonio o San Antonio y la reina de los diablos : Antonio intenta mirar al espectador, pero su vista queda fijada en una tabla rodeada con curiosas criaturas que están pecando. En el cielo dos figuras vuelan sobre un pez, según la creencia, el diablo concedía la facultad de volar a las brujas. En el fondo hay una ciudad con torres, en primer plano una mujer desnuda, esto es, el demonio en forma de reina. La reina-diablesa, otras tentaciones variadas, y la agresión física no pueden igualarse a su devoción, el tema más optimista del Bosco. Se vuelve hacia un tronco horadado a través de una tienda ladeada por un sapo, el santo sobre la derecha pretendiendo meditar y con los ojos fijos en el espectador, junto a él un enano con una capa roja con un molinillo y un aro andador, símbolo de la inconsciencia de la humanidad, en primer plano una tabla con los panes y la jarra de vino, última tentación del santo, esta sostenida por demonios desnudos.


Con motivo del 500 aniversario de su muerte, que se conmemorará en 2016, se prepara, entre otros múltiples actos, una gran exposición, coordinada desde el Bosch Research and Conservation Project, en el marco de la Jheronimus Bosch 500 Foundation (JB500), creada en 2009 y con sede en Hertogenbosch.

ENLACES/FUENTES:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hieronymus_Bosch
http://www.wikipaintings.org/en/hieronymus-bosch/mode/all-paintings
http://commons.wikimedia.org/wiki/Jheronimus_Bosch