Por qué Mr. Anderson, ¿Por qué lo hace? ¿por qué se levanta? ¿Por qué sigue luchando? ¿De verdad cree que lucha por algo además de por su propia supervivencia? ¿Querría decirme qué es, si es que acaso lo sabe? ¿Es por la libertad? ¿Por la verdad? ¿Tal vez por la paz? ¿Quizás por el amor? Ilusiones Mr. Anderson, desvaríos de la percepción, concepciones temporales de un frágil intelecto humano que trata con desesperación el justificar una existencia sin sentido ni objetivo.
viernes, 20 de julio de 2012
Dr. Enrique Ernesto Febbraro
Yo conocía al Dr. Enrique Ernesto Febbraro.
Vivía en un Consorcio de Propietarios ubicado en la calle Carlos Calvo 2079.
Y dado que hace 25 años que colaboro en el tema Administración de Consorcios junto a un familiar que se dedica al tema, tuvimos la suerte de administrar por algunos años ese edificio, digo suerte porque allí vivía él..
Y entonces cada tanto le iba a cobrar las expensas y charlabamos un rato con él y su señora ( desde estas líneas, le mando un saludo a la Sra. Olga Pellegrini de Febbraro ). Una de esas personas que llegaron 100% lúcidas a la vejez y que por momentos te daba la sensación de estar charlando con un Borges o un Bioy Casares (a los que lamentablemente nunca conocí).
El
día internacional del amigo tiene origen en Argentina, sí, en nuestro
país; y se lo debemos a Enrique Ernesto Febbraro, profesor de
psicología, filosofía, historia músico y odontólogo. Vivía en Lomas de
Zamora, fue socio fundador del Rotary Club de San Cristóbal de Buenos
Aires, barrio en donde nació por el año 1924 y en el que vivió hasta su fallecimiento hace algunos años. Era socio fundador y ahora honorario del Rotary Club de
Once, de dicha ciudad.
“Un amigo no da consejos, ayuda, acompaña”, define Enrique Ernesto
Febbraro, el hombre que el 20 de junio de 1969 inventó el “Día del
Amigo”. Y completa: “la amistad es casta: si se mezcla con sexo, ya es
otra cosa. Y tanto con un hombre, como con una mujer, tiene que estar
fundada en el respeto”.
“Un
padre que da consejos es un padre, ¡pero jamás un amigo!”, retrucaba
desde su casa del barrio porteño de San Cristóbal al mismísimo Martín
Fierro de José Hernández.
Casi como al pasar, asegura que Hernández pifió el renglón cuando
puso en boca de Martín Fierro la imagen de un padre consejero y
camarada.
Los únicos consejos válidos para Febbraro son aquellos que ayudan a
conservar y mejorar la amistad y en el deber humano de tener amigos,
empezando uno mismo por ser amigo”, señala.
El 20 de julio de 1969 mientras miraba por tevé la llegada del
hombre a la Luna, se prometió a sí mismo que ese sería para siempre el
Día del Amigo.
Antes de que la Apolo 11 regresara a la Tierra, desde su consultorio
de Lomas de Zamora, donde vivía entonces, envió mil cartas a cien
países y, a vuelta de correo con 700 respuestas, había quedado fundado
el Día del Amigo.
Cuando Neil Armstrong pisó la Luna y dio “un pequeño paso para el
hombre y un gran salto para la humanidad”, consideró que había madurado
su idea de dedicarle un día al amigo.. “Escuché que el alunizaje del
módulo era un gesto de amistad, desde la humanidad hacía el universo.
¡Ya está, es el día elegido!, dije. Hoy se celebra en unos cien países y
esta en la agenda del corazón de los argentinos”.
Febbraro enviudó dos veces de mujeres que empezaron siendo sus
amigas y le dejaron lo que él llama su tesoro: dos hijos y cuatro
nietos.
El profesor señala que “entre un hombre y una mujer siempre subyace
el deseo, pero si se lo supera, la amistad prospera. El matrimonio
–aunque es una institución que une intereses diversos— siempre llega al
minuto donde surge la amistad”.
En conversación con el director de Prensa Rotaria, Néstor C.
Sarandria, el Dr. Febbraro, enfatizaba : "Mi amigo es mi
maestro, mi discípulo y mi condiscípulo. Él me enseña, yo le enseño.
Ambos aprendemos y juntos vamos recorriendo el camino de la vida,
creciendo. Sólo el que te ama te ayuda a crecer".
Su tarea se llevaba a cabo con un lema: "Un pueblo de
amigos es una Nación imbatible";, a la vez que destacaban que
sería una celebración ética, sin fines de lucro ni de fomento al
consumo.
Visitó organismos nacionales, gubernamentales, municipales,
políticos, religiosos, personas notables y amigos para que adoptaran la
idea y luego la difundieran en sus áreas de influencia.
Poco a poco fue logrando su cometido, primero fue el Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires que con su decreto Nº 235/79 autorizó la
celebración y le dio un marco legal. Luego se fueron sumando distintas
entidades y extendiéndose por toda la Argentina y por algunos países de
América Latina.
Para el Dr. Febraro, con el día del alunizaje se amplió el
horizonte, conquista ésta de la humanidad toda, con la consiguiente
posibilidad de estrechar nuevos lazos de amistad.
Su iniciativa tuvo éxito, ya que cada 20 de julio, en muchos países,
los amigos esperan reunirse y dedican un día a la Amistad. Pero es
importante recordar que la Amistad es vivida cotidianamente, durante los
365 días del año.
Dicha cotidianeidad es expresada claramente por Cunninghan: "Amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo
estamos y esperan a oír la contestación".
El Dr. Enrique Ernesto Febbraro fue candidato dos veces al premio Nobel de la Paz.De su experiencia saca un listado para conservar la amistad:
Un amigo no aconseja, se mete en el problema, se embrolla, y ayuda al otro.
Mi amigo es mi maestro, mi discípulo y mi condiscípulo.
Los sacramentos
de la amistad son: simpatía, ternura, respeto, reciprocidad, lealtad,
comprensión, desinterés, solidaridad, perseverancia y alegría.
Hace falta callar, aunque se tenga razón, porque dos no pelean si uno no quiere.
No hacer o decir nada que lastime u ofenda al otro.
Acompañar siempre: en la soledad, el dolor o la alegría.
Aceptar a las personas como son y querer hasta en el mínimo detalle, sin esperar recompensa.
Olvidar los propios problemas y escuchar con oído y corazón de amigos.De todo su anecdotario, Febbraro desnuda una pena: “Escribí a la NASA, pero nunca me contestaron”.
Al celebrar el Día del Amigo honramos a su creador, el doctor
Enrique Febbraro, ilustre personalidad que dedicó su vida a promover y
realizar fundamentales obras de solidaridad, cultura y altos ideales de
progreso.
Al servicio de la creación del “Día del Amigo”, el 20 de julio y el
de “Día Internacional del Amigo”, en octubre, “hice enormes inversiones
de tiempo, esfuerzo y dinero, para que la gente conozca mis cantos de
vida y esperanza; también es cierto que no se me ofrecieron muchas
oportunidades para que explique el verdadero porqué de esa monumental
tarea –dice en una nota que recibimos.”
Su “curri” incluye más de veinte páginas donde se informa de
premios, distinciones y reconocimiento de todas partes del mundo. Pero
la realidad señala que la creación de estos días memorables, que honran a
la amistad, la llevó a cabo Febbraro solo, poniendo al servicio del
ideal su tiempo y sus bienes. Saludamos con profundo afecto y veneración
a este gran argentino, que bien merece ser ejemplo de honestidad, ética
y virtuosa vida.
Grandes Amistades de la Historia
Borges y Bioy Casares.La amistad más productiva de la literatura universal Victoria Ocampo
los presentó en el calor de su hogar, en los albores de la década de los
treinta. De allí en adelante, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
nunca más se separaron. “Bioy ha sido muy bueno y muy indulgente
conmigo. Él es una persona para la cual mi vida no tiene secretos”,
aseguró el genial Borges.
Su relación fue prolífica, y entre otras
genialidades, crearon el seudónimo de Honorio Bustos Domecq, a través
del cual escribieron relatos de detectives como: Seis problemas para don
Isidro Parodi y Crónicas de Bustos Domecq. El origen del pseudónimo
respondía a los apellidos de los bisabuelos de Borges (Bustos) y de Bioy
(Domecq). Es que entre ellos primaba la empatía, el buen humor y las
críticas despiadadas a las figuras del universo literario.
Su amistad full time, que se fogoneó en
las cenas que compartían y durante la época en que coincidían en la
editorial Emecé y la revista Sur, sólo se vio interrumpida físicamente
cuando, en 1986, Borges fijó su residencia en una de sus patrias: la
suiza Ginebra. La suerte para Jorge estaba echada. Ya le había confesado
a su entrañable amigo que “para morir da lo mismo un sitio que otro”.
Freud y Jung.Se conocieron en 1907, y el afecto entre ellos no tardó en aparecer, a
tal punto que uno se convirtió en la sombra del otro. Durante largo
tiempo, mantuvieron una “relación epistolar”, ya que intercambiaban
cartas en las que compartían inquietudes sobre los asuntos que los
desvelaban.
Pero hacia 1913, el vínculo se
resquebrajó después de que Freud se disgustara por ciertos
descubrimientos de quien había sido su más fiel colaborador. Fue así
como la correspondencia tomó un cariz inesperado y los roces entre ellos
se hicieron presentes como nunca.
Debido a la ruptura definitiva con su
gran amigo, Jung entró en un pozo depresivo que lo hizo renunciar a su
puesto en la Universidad de Zúrich. En medio de la crisis que los
afectaba, Freud le escribió a Jung: “Su alegato de que trato a mis
seguidores como pacientes es, evidentemente, falso. Pero uno (Ndr:
refiriéndose a Jung), que mientras se comporta anormalmente sigue
gritando que es normal, da sustento a la sospecha de que le falta asumir
su enfermedad. En consecuencia, propongo que abandonemos nuestras
relaciones personales enteramente”. Y no hubo más palabras.