domingo, 8 de julio de 2012

LA TRILOGÍA FALOCRATICA DE RICHARD QUINE

Kim Novak "Me enamoré de una bruja" (1958)

Richard Quine (12 de noviembre de 1920, Detroit, (Míchigan) - 10 de junio de 1989) nunca fue demasiado famoso en su tiempo y menos en la actualidad. Tal vez porque nunca tuvo el talento de los grandes adalides de la comedia cinematográfica Made In Hollywood que, paradojicamente, vinieron de tierras austriacas: Ernst Lubitsch y Billy Wilder, ni siquiera llegó al nivel de Blake Edwards.
El 10 de junio de 1989 se suicidó en Los Angeles disparándose un tiro en la cabeza porque estaba desesperado porque los estudios no le dejaban trabajar más en el cine que fue su pasión. De su larga filmografía, muy ecléctica por cierto, destacan tres títulos con Jack Lemmon.
Tienen en común que las tres muestran un solterón ya muy crecido en años que encuentra pareja cuando ya había desesperado de no encontrarla y su costilla es un ser inusual.
A mediados de los cincuenta había triunfado con un musical sencillo, Mi hermana Elena (1955) por lo que pudo reunir a la misma pareja de Vértigo de Alfred Hitchcock (1958) en esta comedia fantástica en la que Jack Lemmon aparecía en un papel secundario junto la siempre impagable actriz británica Elsa Lanchester como la tía de la bruja.
Me enamoré de una bruja (1958) trata del solterón que se encuentra que en su mismo edificio vive una mujer misteriosa (Kim Novak) que cambia su vida, que le trata como una marioneta y le hechiza para que rompa con su novia y se comprometa con ella. Una relación de pareja en la que es la mujer quien mueve los hilos relegando al varón al nivel de un títere.
Ese guión contaba con la colaboración de Daniel Tarasdah, un reputado guionista que había triunfado con De aquí a la eternidad. Aquí penetra en la mente del llamado matriarcado norteamericano o en el presunto dominio de la mujer americano de sus maridos, aunque nunca han colocado a una mujer en la Casa Blanca como presidenta. Según sus traumas, el hombre de este país se siente abrumado por el avance de la mujer y padece de ciertos trastornos psicológicos y complejos varios que le hacen desbarrar. Para nosotros no es más que horterada simple y dura.
La película quedó convertido en un clásico de la comedia fantástica y Quine supo utilizar a los actores tan emblemáticos y sobretodo el aspecto misterioso de Kim Novak, una actriz con mala fama de altiva y antipática, pero que gozaba de un físico enigmático que la convertía en un atractivo muy especial.

Kim Novak


Jack Lemmon, Kim Novak, Fred Astaire "La misteriosa dama de negro" (1962)

En 1962 Quine se traslada a Inglaterra, a Londres, en la anterior película la acción transcurría en Nueva York, para mostrarnos otra comedia negra que se rodó precisamente en blanco y negro. La misteriosa dama de negro, con guión de Blake Edwards, y precisamente la mejor de esa trilogía. La película sería perfecta de no ser por los algo chapuceros minutos finales adornados con música de Gilbert y Sullivan (Los piratas de Penzance). Esta película combina la comicidad con el suspenso.
Al principio nos encontramos con un crimen del que no sabemos nada y que no se aclara hasta el final. Una desaparición y se sospecha que la mujer del desaparecido es una asesina (Kim Novak de nuevo) que al no poder trabajar debe alquilar su enorme mansión londinense a un agregado de la embajada norteamericana (Jack Lemmon). El jefe de éste es Fred Astaire en un papel secundario tras abandonar el claqué y sus numerosos musicales por razones de edad y de moda.

Kim Novak "La misteriosa dama de negro" (1962)

Kim Novak "La misteriosa dama de negro" (1962)

Nos encontramos ante una película que la "moral" franquista consideraba "extremadamente peligrosa" con la clasificación 4. Lo máximo que nos dejaban ver en aquel tiempo, aunque quien suscribe por razones de edad tuvo que esperar largo tiempo para poderla visionar. La policía vigilaba las salas para impedir que los menos no pudiéramos entrar y nos exigían enseñar el carnet de identidad que en aquella época aún no tenía.
Esa comedia negra es la que está mejor desarrollada de las tres que cito. Un representante del americano medio (Jack Lemmon) se encuentra conviviendo en el mismo edificio con una mujer considerada peligrosa por todo Londres y por Scotland Yard que la hace seguir por un inspector (Lionel Jeffries, otro impagable británico).
Novak y su etérea belleza está generosamente mostrada en la escena de la bañera en la que muestra castamente la espalda y que se convirtió en un icono de la sensualidad.
El suspenso y la comedia casan bien. El inquilino acaba por descubrir las sospechas de su bella casera por lo que la policía le utiliza para investigar muy a su pesar. Durante la trama se producen malentendidos porque cada acción, cada movimiento de la bella rubia es analizado y motivo de sospecha aunque siempre de escaso fundamento.

Virna Lisi "Cómo matar a la propia esposa" (1965)

Tres años después, el tercer jalón de la trilogía. Cómo matar a la propia esposa (1965), con guión de George Axelrod. Volvemos a Nueva York, el escenario que muestra Hollywood cuando pretende mostrar "gente culta", y de nuevo un impagable actor británico, en este caso el genial Terry Thomas como malhumorado mayordomo inglés. Una figura del cine clásico como Claire Trevor (la chica rubia de La diligencia de John Ford), el regreso de Jack Lemmon y, esta vez, una belleza de importación, la maggiorata Virna Lisi.
Por cierto "maggioratta" es como se llamaba entonces a las bellas actrices italianas que se distinguían por la generosidad de su busto, ya que entonces estaban de moda los perímetros rotundos y no como ahora que nos sacan unas chicas planas que llevan sus atributos femeninos de silicona. Enamorarnos de un trozo de silicona, vaya timo ¿no?
En fín, el guión de George Axelrod se distingue por sus toneladas de mala uva. El americano medio asustado por una mujer algo marimandona que humilla su virilidad, etc. etc.

Virna Lisi "Cómo matar a la propia esposa" (1965)

A nosotros europeos nos parece algo infantil ese planteamiento existencial. Imaginemos que un día nos despertamos en nuestras camas y al lado nuestro nos encontramos completamente desnuda a la mujer de nuestros sueños. Quién dice mujer podemos decir "el hombre de nuestros sueños" o "la pareja de nuestros sueños" que ya se sabe que anda mucho cachondo suelto por estos mundos de Dios.
Un dibujante de cómic es invitado a una despedido de soltero, como la novia deja plantado al novio, se celebra por todo lo alto el no casorio y de una enorme tarta sale una belleza impresionante venida de Italia. Nos encontramos a Virna Lisi, otro icono de la sensualidad con su famoso biquini hecho con nata muy comestible. Tras la salvaje fiesta en la que el buen hombre bebió como un cosaco despierta a la mañana siguiente con una sorpresa monumental. En su cama está la chica de la tarta completamente desnuda, habla italiano y no el idioma del gran Shakespeare que los yanquis masacran a diario. Un bellezón al que faltan palabras para describirlo.
Automáticamente aparecen los absurdos complejos del americano medio que se siente castrado por tener a su lado semejante bombón que le domestica, le ceba con su arte culinario y su consiguiente aumento en la báscula. Así que el solterón tarambana se convierte en un ser infelizmente casado, que ha perdido la libertad para pendonear a sus anchas y que despierta cada día con el mismo rostro femenino a su vera por lo que tendrá perversas intenciones.
Pero no se alarmen. Como es habitual en el cine de Hollywood todo será un panegírico del himeneo con bendición eclesiástica o del laico juez de paz así que la moral pequeño burguesa saldrá triunfante una vez más ante nuestra desesperación.
Quine no es un maestro de la comedia cinematográfica, le falta mucha agudeza y sentido de la ironía. Pero siempre sabe crear una obra pulcra y eficaz. Si se tiene sentido del humor te ríes.
En cuanto valores cinematográficos, la segunda de la tres me parece sin dudarlo la mejor y me quedo con esos dos grandes momentos de la sensualidad ya descrita. Tal vez será porque a mí me encanta la nata.

Virna Lisi